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Traducción de los juicios sobre uno mismo y de exigencias internas

Cuando de manera sistemática nos comunicamos con nosotros mismos a través de juicios internos, acusaciones y exigencias, no es sorprendente que el concepto que nos formemos de nuestra propia persona tienda a ser el de vernos y sentirnos «más sillas que seres humanos». Una premisa básica de la Comunicación no violenta es que siempre que damos a entender que alguien se equivoca u obra mal, lo que decimos en realidad es que dicha persona actúa de una forma que no está en armonía con nuestras necesidades. Si resulta que la persona que juzgamos somos nosotros mismos, lo que decimos es: «No me estoy comportando de una manera que está en armonía con mis propias necesidades». Estoy convencido de que si aprendemos a evaluarnos usando como parámetros si nuestras necesidades están o no satisfechas y hasta qué punto lo están, es mucho más probable que podamos aprender a partir de dicha evaluación.

 

El desafío que se nos presenta, entonces, cuando hacemos algo que no enriquece nuestra vida, es el de evaluarnos a cada momento de una manera que nos inspire a cambiar:

 

1. la dirección hacia la cual nos gustaría dirigirnos y

2. a partir de la autocompasión y del respeto para con nosotros mismos y no del odio, la culpa o la vergüenza.

 

Los juicios sobre nosotros mismos, al igual que todos los juicios, son la trágica expresión de necesidades no satisfechas.

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