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Acompañar los duelos desde el enfoque de la comunicación no violenta

 

En el post de hoy, Francina nos cuenta cómo acompañar, des del enfoque de la Comunicación Noviolenta, estos “pequeños” duelos diarios, a través de una experiencia real con su hija de 5 años.  Esperamos que lo disfrutes, que te sirva y nos dejes un comentario.

 

Ayer se murió Plumitas, un pajarito que se coló en nuestra casa y al que no pudimos salvar.

 

La pobre criatura se quedó atrapada en un espacio estrecho y para cuando le descubrimos, estaba ya muy débil...Mi hija pequeña, Daina, lo puso con una mantita en una cajita. Le dió de beber y todo su cariño. Y lo dejó cerca del radiador, confiando en encontrarlo volando a la vuelta, como en un cuento que tiene.

 

Cuando regresamos a casa, Plumitas estaba muerta, en la misma posición que la dejó, con los ojitos medio abiertos y el pico cerrado. Aún estaba tibia y  suavecita.

 

Daina tardó en conectar con la tristeza, al principio estaba muy sorprendida. ¿Por qué Plumitas no estaba recuperada como el pajarito de su cuento? Si ella había hecho lo mismo que las niñas del libro…

 

Le fui reflejando con ternura lo que ella iba expresando. Por ejemplo, ella decía “no quiero que esté muerta, ¡no es justo!” y yo le contestaba: “ te esperabas verla volando como en tu cuento y no te parece nada bien que no sea así, ¿cierto?”. En un momento de silencio, le pregunté si quería que le respondiera a la pregunta. Me miró y dijo: “No, no quiero saber por qué, yo quiero que Plumitas esté viva”. Y entonces rompió a llorar desconsoladamente mientras la acariciaba.

 

(Ya me imaginaba que no quería una respuesta pero se lo pregunté para que ella pudiera valorar si quería mantenerse en ese plano más mental o prefería bajar al corazón y conectar con la tristeza)

 

Al  verla llorar, me dieron ganas de abrazarla. Para mí lo más fácil cuando alguien llora,  es abrazarle, mecerle, así en silencio...Pero no es lo que ella quería, ella prefería seguir acariciando a Plumitas y seguir lamentándose en voz alta.

 

(Cuando acompañamos a alguien en su dolor, es importante no querer cambiar su vivencia, no forzar un “avance” hacia estar “mejor”. Sé que a veces nos cuesta y que lo que queremos es que se sienta bien, que se le pase la pena, que esté content@, que supere la situación... Por un lado porque deseamos su bienestar y entendemos bienestar con estar felices y por el otro porque nos suele incomodar sostener estados anímicos como la tristeza, el enfado, el miedo... Imagino que en esto hay una parte de cultural y otra que nos conecta con vivencias propias.)

 

Intuí que a ella le hacía bien seguir poniéndole palabras a este duelo, así que le fui validando todo lo que expresaba. Por ejemplo decía: “es tan suave y ahora ya no la podré tocar más”. Y yo le contestaba: “Ya. Cariño, te encanta tocar sus plumitas, ¿verdad?, ¿vas a echar mucho de menos pasar tus dedos por su tripita?” Y ella, llorando sin parar volvía con lo mismo pero con más intensidad.

 

(A veces, lo primero que necesitan es desahogarse, ser vist@s y acepatd@s en su vivencia y esto puede durar un buen tiempo. Porque, tal vez, estén aprovechando, también, ese momento de atención plena que no les damos siempre que desean.)

 

Tras una media hora larga, aceptó refugiarse en mis brazos y llorar sin hablar. Esos minutos me sirvieron para descansar un poco y llenarme de amor y ganas de seguir sosteniendo la situación. Me vino bien porque la tregua duró poco.  Ahora venía la fase del “quiero saber, quiero comprender”.

 

(Cuando un ser desaparece de nuestra vida, ya sea porque se muere o porque se va, es habitual que nos vengan miles de preguntas. Unas sobre los motivos de por qué ya no está conmigo, otras sobre todo lo que queremos saber de su vida y que ya no podremos saber y otras, más a nivel existencial, acerca de por qué ha pasado, qué pasa una vez se ha muerto, cómo vamos a estar sin él…. Y a menudo, en medio de estos momentos más de reflexión y  necesidad de claridad, vuelven oleadas  de pena y de necesidad de conexión y de desahogo. Es normal que se mezclen preguntas, que sí quieren respuesta, con llantos y brazos que necesitan contacto. La vivencia del duelo, puede parecer un baile  muy caótico)

 

Daina quería saber cosas de la vida de Plumitas, dónde nació, por qué entró en nuestra casa, cómo y por qué  murió, si se la podía quedar, quién era su mamá… Le preocupaba que su mamá la estuviera echando de menos…

 

Le propuse inventar una  historia para dar respuesta a sus preguntas y la idea de un cuento sobre Plumitas le gustó. Ella me iba corrigiendo cuando algo no le gustaba y de vez en cuando, rompía a llorar de nuevo diciendo que ¡la echaría tanto de menos! Yo intenté surfear entre todas esas demandas, emociones y necesidades con la mayor calidez, ternura y paciencia (empezaba a estar apurada con la hora de salir a trabajar). Entre el relato, los reflejos, las validaciones, los silencios y abrazos, se fue calmando y ella misma encontró una manera de normalizar la nueva situación; Como le encanta el arte, quiso hacer un dibujo para tener un recuerdo, que le hiciera unas fotos y un vídeo, jugando con ella, en plan marioneta. Se montó una historia, la hizo volar, hacer piruetas… Y hasta conectó con una necesidad de conocimiento más a nivel científico, exploró cómo estaban hechas sus alas, el tamaño de  las plumas, las diferencias en el tacto..

 

Aunque nos quedaron, obviamente, muchas lágrimas y  preguntas por responder que fueron e irán saliendo, seguro…Al volver del trabajo, me encontré con una niña risueña, calmada y con ganas de compartir otras cosas conmigo.

 

Antes de acostarnos dejamos a Plumi en la ventana para que no se pudriese y poder enseñarla y enterrarla con sus amig@s que vienen hoy a casa. Y, como dicen en los concursos, “hasta aquí puedo leer”...

 

Espero que esta experiencia, te ayude a poder acompañar estos “pequeños” duelos cotidianos que forman parte de nuestra vida. Que te den  pistas de cómo poder estar y sostener estas situaciones.

 

Ya ves que, sobre todo se trata de:

 

-mantener una presencia abierta y amorosa,

 

-reflejar los sentimientos,

 

-conectar los sentimientos  con las necesidades,

 

-validar las necesidades,

 

 -no intentar cambiar la vivencia

 

-ni acelerar el proceso y

 

-confiar plenamente en la capacidad de la otra persona de encontrar su manera de recuperar el equilibrio.

 

Cuéntame cómo los acompañas   tú, entre todes aprendemos  🤗🦒

 

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Comentarios: 2
  • #1

    Lluïsa (jueves, 02 mayo 2024 10:42)

    Bon dia, me gustaría saber si ofrecéis formación específica para acompañar la muerte…, si es así, podrías darme la información concreta…, si no es así, sabéis dónde puedo dirigirme?, conocéis a alguien que la ofrezca?

    Muchas gracias

    Lluïsa Pascual
    625 543 854

  • #2

    Francina (lunes, 06 mayo 2024 07:15)

    Hola Lluïsa, aunque el uso de la CNV es válido y puede ayudar en acompañamientos emocionales de todo tipo, nosotrxs no tenemos una formación específica para este tema. Estoy preguntando a mis compañerxs formadorxs. En cuanto averigüe te contacto por privado. Gracias y feliz día!