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La conexión con uno mismo a través de la compasión

 

Hemos visto cómo la Comunicación no violenta contribuye a las relaciones con los amigos y con la familia, así como en el trabajo y en el ámbito político. Su aplicación más crucial, sin embargo, tal vez radique en la manera en que nos tratamos a nosotros mismos. Si somos interiormente violentos para con nosotros mismos, es difícil que seamos realmente compasivos con los demás.

 

Recordemos lo especiales que somos

 

En la obra de teatro de Herb Gardner titulada A Thousand Clowns (Mil paya-sos) el protagonista se niega a entregar a su sobrino de doce años a las autoridades de protección al menor y declara: «Quiero que llegue a saber exactamente lo especial que él es, pues de otro modo no advertirá cuando esto empiece a desvanecerse. Quiero que se mantenga despierto y que... vea... todas las fabulosas posibilidades. Quiero que sepa que vale la pena sacudir al mundo si se presenta la ocasión. Y quiero que descubra la importante, sutil y escurridiza razón por la que nació ser humano y no silla.»

 

Me preocupa profundamente que muchos hayamos perdido la conciencia de ser esa «cosa especial» que somos; olvidamos la «importante, sutil y escurridiza razón» que el tío deseaba tan apasionadamente que su sobrino conociera. Cuando los conceptos negativos que tenemos de nosotros mismos nos impiden ver nuestra propia belleza, perdemos conexión con la energía divina que es la fuente de nuestro ser. Condicionados a vernos como objetos (objetos llenos de deficiencias), ¿es sorprendente acaso que muchos terminemos relacionándonos violentamente con nosotros mismos?

 

Un área importante en donde esta violencia puede ser reemplazada por la compasión es nuestra permanente evaluación de nosotros mismos. Como deseamos que cualquier cosa que hagamos conduzca al enriquecimiento de la vida, es fundamental saber evaluar los hechos y las condiciones con las que nos encontramos de maneras que nos ayuden a aprender y a elegir sobre la marcha opciones que nos sean útiles. Lamentablemente, nos han enseñado a evaluarnos de una manera que a menudo contribuye más a fomentar el rencor hacia nosotros mismos que a aprender.

 

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