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Parafrasear según la comunicación no violenta

Parafrasear según la comunicación no violenta. Algunas personas se resisten a parafrasear porque consideran que es una pérdida de tiempo. Un funcionario municipal dijo durante una sesión de práctica: «A mí me pagan para aportar hechos y soluciones, no para practicar la psicoterapia con quienes vienen a mi oficina». Pero ese mismo funcionario se veía obligado a enfrentarse con ciudadanos furiosos que iban a verlo con sus problemas y salían indignados de su despacho porque no les ofrecía soluciones. Algunas de estas personas  me  confiaron  más  tarde:  «Cuando  entras  en  su  despacho,  te  presenta  un montón de hechos, pero siempre te quedas sin saber si te escuchó o no. Frente a esto, comienzas a desconfiar de los hechos». Parafrasear no es perder el tiempo; todo lo contrario: permite ahorrarlo. Estudios realizados sobre las negociaciones entre  los  representantes  de  las  empresas  y  los  trabajadores  demuestran  que  se ahorra la mitad del tiempo que se suele emplear en ellas cuando cada negociador acepta, antes de responder, repetir exactamente lo que acaba de decir su interlocutor.

 

Recuerdo  a  un  hombre que  al  principio  se  mostraba  escéptico  sobre el  valor que podía tener parafrasear las palabras del interlocutor. Él y su esposa asistían a un taller de CNV en un momento en que su matrimonio atravesaba serios problemas. Durante el taller, su mujer le dijo:

 

—Tú nunca me escuchas.

 

—Sí, te escucho —replicó él.

 

—No, no me escuchas —lo desmintió la mujer.

 

Me dirigí al marido:

 

—Me temo que no hizo sino confirmar las palabras de su esposa. Por su forma de  responder,  ella  no  tiene  ninguna  seguridad  de  que  usted  esté  escuchando  lo que le dice.

 

Se quedó tan confundido con mis palabras que le pedí permiso para ponerme en su sitio, a lo que el hombre accedió con todo gusto, dado que hasta el momento no había tenido ningún éxito. Su esposa y yo mantuvimos entonces la siguiente conversación:

 

Esposa: Tú nunca me escuchas.

 

MR (en  el  papel  del  marido): Me  parece  que  estás  muy  decepcionada conmigo porque seguramente te gustaría que, cuando hablamos, se estableciera una conexión más estrecha entre los dos.

 

Al recibir la confirmación de que había entendido sus palabras, la mujer se puso a llorar. Volviéndome hacia el marido, le expliqué: «Creo que ella le dice que necesita que usted le confirme que escuchó sus palabras y que sabe cuáles son sus sentimientos  y  necesidades».  El  hombre  parecía  desconcertado:  «¿Eso  es  todo  lo que  quiere?»,  preguntó,  incrédulo,  al  ver  que  una  cosa  tan  simple  como  aquella pudiera tener tanta importancia para su mujer.

 

Poco tiempo después, ese hombre se sintió muy satisfecho cuando su mujer le repitió una observación que él había expresado con una gran intensidad emocional.  Disfrutando  de  que  su  mujer  parafraseara  sus  palabras,  me  miró  y  declaró:

 

«Esto  funciona».  Recibir  una  confirmación  clara  de  que  alguien  está  conectado empáticamente con nosotros es una experiencia conmovedora.

 

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