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Escuchemos los sentimientos y las necesidades de los demás

 

En la CNV, al margen de las palabras que emplean las personas para expresarse, escuchamos sus observaciones, sentimientos y necesidades, y lo que nos piden para enriquecer su vida. Imagine que usted le prestó el auto a un nuevo vecino, que  se  lo  pidió  porque  tenía  una  emergencia  personal.  Cuando  sus  familiares  se enteran, reaccionan con mucha intensidad: «¡Qué tonto! ¿Cómo vas a confiar en un desconocido?». El diálogo de la página siguiente muestra cómo sintonizar con los sentimientos y necesidades de los miembros de su familia en lugar de 1) echarse la culpa por tomarse el mensaje de una manera personal o 2) echar la culpa a los demás y juzgarlos.

 

En esta situación, es evidente lo que ha observado  la  familia  y  qué  provoca  su  reacción: haber prestado el auto a una persona prácticamente desconocida. En otras situaciones puede no  estar  tan  claro.  Si  un  colega  nos  dice:  «No eres un buen compañero de equipo», es posible que no sepamos muy bien en qué se basa para hacer  esta  afirmación,  aunque  por  lo  general podemos adivinar qué conducta puede haberla originado.

 

El diálogo siguiente, extraído de un taller de cnv, demuestra hasta qué punto es difícil centrarse en los sentimientos y necesidades de los demás cuando estamos acostumbrados a sentirnos responsables de sus sentimientos y a tomarnos lo que nos dicen  de  una  manera  personal.  La  mujer  que  participó  en  este  diálogo  quería aprender a escuchar las necesidades y los sentimientos que se escondían detrás de ciertas afirmaciones de su marido. Le sugerí que tratara de adivinar los sentimientos y necesidades de su marido y que después los confirmara a través de una conversación con él.

 

Dice el marido: ¿De qué sirve hablar contigo? Nunca escuchas.

 

Mujer: ¿No eres feliz conmigo?

 

MR: Cuando usted dice «conmigo», da a entender que los sentimientos de su marido son el resultado de algo que usted hizo. Creo que sería mejor que le preguntara: «¿No eres feliz porque necesitarías...?», en lugar de: «¿No eres feliz conmigo?». Así centraría la atención en lo que le está ocurriendo a su marido y reduciría las probabilidades de que usted se tomase lo que él ha dicho de una manera personal.

 

Mujer: ¿Qué le diría entonces? «¿No eres feliz porque...?» Porque, ¿qué?

 

MR: Encuentre la clave en lo que su marido le dijo: «¿De qué sirve hablar  contigo?  Nunca  escuchas».  ¿Cuál  es  la  necesidad  que  no  está satisfaciendo cuando dice eso?

 

Mujer (tratando de empatizar con las necesidades que expresa su marido a través de sus palabras): ¿No eres feliz porque te parece que no te comprendo?

 

MR: Observe que usted se centra en lo que su marido está pensando, no en  lo  que  está  necesitando.  Creo  que  las  personas  serían  menos amenazantes  para  usted  si  escuchara  más  lo  que  necesitan  que  la opinión que tengan sobre usted. En lugar de oír que no es feliz porque cree que usted no lo escucha, céntrese en lo que necesita diciéndole: «¿No eres feliz porque estás necesitando...?».

 

Mujer (intentando nuevamente): ¿No eres feliz porque estás necesitando que te escuche?

 

MR: Estaba pensando en algo así. ¿No le suena diferente ahora lo que él le dijo?

 

Mujer: ¡Sin duda! Me suena muy diferente. Ahora me doy cuenta de lo que le ocurre sin oír en sus palabras que yo actué mal.

 

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