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La aplicación de la Comunicación No Violenta en nuestra vida y en el mundo

La aplicación de la CNV en nuestra vida y en el mundo

Siempre que usamos la Comunicación noviolenta en nuestras relaciones –ya sea con nosotros mismos, con otra persona o con un grupo–, nos basamos en nuestra compasión natural. Se trata, por lo tanto, de un enfoque que puede aplicarse de manera efectiva en todos los niveles de comunicación en las situaciones más diversas:

• relaciones íntimas;

• familia;

• escuela;

• organizaciones e instituciones;

• terapia y asesoramiento psicológico;

• negociaciones diplomáticas y comerciales;

• disputas y conflictos de todo tipo.

 

 

Algunas personas usan la Comunicación No Violenta para hacer que sus relaciones íntimas sean más profundas y afectuosas:

 

Cuando aprendí todo lo que puedo recibir (escuchar) y todo lo que puedo dar (expresar) a través de la CNV, dejé de sentirme atacada, abandoné el papel de víctima y me dispuse a escuchar atentamente las palabras de la otra persona y a tratar de descubrir los sentimientos subyacentes. Descubrí entonces a un hombre herido con el que hacía veintiocho años que estaba casada. El fin de semana anterior al día en que inicié el taller (sobre la Comunicación no violenta), mi marido me había comunicado que quería divorciarse. Diré para resumir que hasta la fecha seguimos juntos, y que valoro la contribución que ha tenido la CNV en ese final feliz... Aprendí a prestar atención a sus sentimientos, a expresar mis necesidades, a aceptar ciertas respuestas que no siempre quería oír. Él no existe sólo para hacerme feliz, y yo no existo sólo para hacerlo feliz. Hemos crecido los dos, aprendimos a aceptar y a amar, de modo que cada uno pueda sentirse realizado.

 

-Participante de un taller en San Diego

 

Otros aplican la CNV para crear relaciones más efectivas en su lugar de trabajo. Escribe una maestra:

 

Hace  un  año  aproximadamente  que  uso  la  CNV  en  mis  clases  de educación  especial,  y  puedo  decir  que  es  un  método  que  resulta efectivo incluso con niños que presentan retrasos de lenguaje, problemas de aprendizaje y trastornos de conducta. Hay en mi clase un alumno que escupe, insulta, grita y pincha a sus compañeros con el lápiz cuando se acercan a su mesa. Le sugiero: «Por favor, díselo de otra manera. Usa el lenguaje de la jirafa». (En algunos talleres se utilizan títeres de jirafas como un recurso pedagógico en las demostraciones prácticas de la CNV.) El niño se pone de pie inmediatamente y, muy erguido, mirando al compañero hacia el que va dirigida su rabia, le dice con toda calma: «¿Me haces el favor de apartarte de mi mesa?  Siento  enojo  cuando  te  paras  tan  cerca  de  mí».  Los  demás compañeros suelen responder diciéndole algo así: «¡Lo siento! Había olvidado que esto te molesta».

 

Estuve reflexionando sobre mi frustración con respecto a este niño y procuré descubrir qué era lo que yo necesitaba de él (además de armonía y orden). Me di cuenta de que invertía mucho tiempo en la planificación de las clases y que mi necesidad de actuar con creatividad y participar más activamente se veía frustrada a causa de las obligaciones  que  me  imponía  su  conducta.  Por  otra  parte,  me  di cuenta también de que esto me obligaba a desatender las necesidades de los demás alumnos. Entonces, cada vez que veía que el niño comenzaba a actuar como tenía por costumbre, le decía: «Necesito que me prestes atención». Tengo que recordárselo como cien veces al día, pero al final acaba por captar el mensaje y suele participar en las actividades de la clase.

 

Maestra de Chicago, Illinois

 

Un médico escribe lo siguiente:

 

Cada vez aplico más la CNV en la práctica de la medicina. Algunos de mis pacientes incluso me preguntan si soy psicólogo ya que no están acostumbrados a que los médicos se interesen por su vida ni por  sus  maneras  de  enfrentar  las  enfermedades  que  padecen.  La CNV me ayudó a entender las necesidades de mis pacientes y a saber qué necesitan escuchar en un determinado momento. Esto me resulta particularmente útil en mi relación con quienes sufren hemofilia y sida, porque estas personas llevan tanta rabia y tanto dolor acumulados dentro suyo que eso acaba por afectar seriamente la relación entre el paciente y el profesional de la salud. Hace poco, una mujer con sida, a la que trataba desde hacía cinco años, me dijo que lo que más la había ayudado en nuestra relación eran mis intentos por encontrar maneras de que disfrutara de su vida cotidiana. En este aspecto la CNV me resulta muy útil. Antes, cuando me enteraba de que uno de mis pacientes sufría una enfermedad mortal, solía dejarme arrastrar por el pronóstico y me era muy difícil darle ánimo y alentarlo para que siguiera adelante con su vida. Gracias a la CNV adquirí una nueva conciencia y un nuevo lenguaje. Me sorprende ver lo bien que se integra a mi práctica médica. Ahora que estoy cada vez más comprometido con la práctica de la Comunicación no violenta, disfruto más mi trabajo y me siento más lleno de energía en él.

 

Un médico de París

 

Otros utilizan este proceso en el campo político. Una ministra francesa, cuando visitaba a una hermana suya, observó un gran cambio en la manera de comunicarse  y  responderse  mutuamente  entre  su  hermana  y  su  marido.  Animada  por las descripciones que le hicieron de la CNV, les dijo que la semana siguiente debía negociar  ciertas  delicadas  cuestiones  entre Francia  y  Argelia  con  respecto  a  los procedimientos para la adopción. Pese a que disponíamos de poco tiempo, enviamos a París a una persona de habla francesa, experta en CNV, para trabajar con la ministra. Más tarde ella misma atribuiría gran parte del éxito de las negociaciones que llevó a cabo en Argelia a las técnicas de comunicación recién adquiridas.

 

En Jerusalén, durante un taller al que asistieron israelíes de diferentes orientaciones políticas, los participantes se sirvieron de la CNV para expresar sus opiniones con respecto a la conflictiva cuestión de Cisjordania. Muchos de los israelíes establecidos en Cisjordania consideran que al proceder así no hacen sino acatar un mandato religioso, debido a lo cual están en conflicto no sólo con los palestinos, sino también con otros israelíes que reconocen la esperanza de soberanía nacional de los palestinos en esta región. En una sesión, uno de mis instructores y yo ejemplificamos la escucha empática según los métodos de la CNV, e invitamos a los participantes a establecer turnos para dramatizar los diferentes papeles y ponerse en el lugar del otro. A los veinte minutos, una de las residentes de la zona expresó  que  estaría  dispuesta  a  renunciar  a  sus  reclamos  sobre  el  territorio  y  a abandonar Cisjordania para mudarse a la zona reconocida internacionalmente como perteneciente a los israelíes, si sus adversarios políticos pudieran escucharla de la misma manera en que acababan de hacerlo allí.

 

La CNV se utiliza ahora en todo el mundo como un recurso valioso en aquellas comunidades que se enfrentan a conflictos violentos y a graves tensiones étnicas, religiosas o políticas. Me resulta particularmente satisfactorio comprobar la utilidad de la difusión de la CNV y de su aplicación a la mediación para resolver conflictos en Israel, Palestina, Nigeria, Ruanda, Sierra Leona y otros lugares. Una vez, algunos  de  mis  colaboradores  estuvieron  conmigo  en  Belgrado,  donde  pasamos tres días de intenso trabajo en un entrenamiento que ofrecimos a ciudadanos que trabajaban por la paz. En cuanto llegamos, lo primero que advertimos fue la expresión  de  desesperanza  grabada  visiblemente  en  los  rostros  de  esa  gente  cuyo país se hallaba inmerso en una guerra brutal desatada en Bosnia y Croacia. A medida que la capacitación avanzaba, no tardamos en disfrutar oyendo sus risas, lo que nos permitió participar de su profunda gratitud y su alegría por haber encontrado la fuerza y el aliento que andaban buscando. En el curso de las dos semanas  siguientes,  durante  las  sesiones  informativas  celebradas  en  Croacia,  Israel  y Palestina, volvimos a tener ocasión de ver a más ciudadanos víctimas de la desesperación en países desgarrados por la guerra y pudimos comprobar que recuperaban el ánimo y la confianza gracias a la capacitación que recibieron sobre la CNV.

 

Me siento afortunado por tener la oportunidad de viajar por todo el mundo enseñando un proceso de comunicación que otorga poder y alegría a las personas. Y ahora, con este libro, siento una gran satisfacción y un enorme entusiasmo al poder compartir con mis lectores la riqueza que encierra la comunicación no violenta.

 

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